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lunes, 19 de julio de 2010

Un Vistazo al pasado

Mirando fijamente al pasado, puedo ver una vida inhóspita y fría, he pasado por muchas cosas, en las cuales mi familia no ha llenado ese vacío que llevo dentro.

Cuando era niña creía en todos los consejos de mi madre, esos, con los cuales ella fue aprendiendo a madurar y ser una mujer de bien, pensaba que sus regaños constantes y su mal humor, eran parte de mis travesuras inocentes y fui creciendo con la idea de que todo era mi culpa, en la adolescencia si yo quería tener un novio, tenía que esconderme de mi madre, pues siempre los corría de la casa, ella decía que primero tenía que aprender a lavar mis calzones y después conocer a la gente, pero aún así nadie se me acercaba por temor a mi mamá.

En la escuela tenía que tener un promedio superior a 9.0, de lo contrario, ella al revisar mis calificaciones me molía a palos hasta lograr que hiciera bien las cosas.

Fue entonces cuando conocí a Octavio un chico alto, cabello oscuro, tez morena, muy guapo, pero tenía un defecto, estaba cojo, le faltaba la pierna izquierda, pero a mi no me importaba, una vez mi amá lo correteo por la avenida, y lo tumbo a palos yo desesperada buscaba la forma de quitarla de encima, pues el no se defendía, después ella me agarro de las greñas y me llevo hasta la casa, gritándome que era una cualquiera y que le daba pena haberme parido.

Llegada la noche Octavio regreso a mi casa, no entendí su valentía, pues nadie había regresado y menos después de lo que les hacia mi madre, esa noche el me pidió que me fuera con él, yo temerosa de la situación avente a la calle un costal, con mi ropa dentro y decidí irme con él.

Mi mamá nunca me busco, siempre estuve esperanzada a que ella hiciera algo por verme de nuevo, pero fue en vano, siempre le preguntaba a Chona, la vecina, si sabia como estaba mi viejita, solo decía que ella no quería verme.

La vida de arrejuntada nunca fue fácil, mi señor, llegaba borracho cada semana ó había días en que no llegaba y no tenía ni pa´ comer, una vez quiso pegarme pero no pudo, pues de lo borracho que venía siempre, se caía de las escaleras que estaban al fondo de la vecindad, por eso siempre tenía que cargarlo y hasta de eso, se me hizo mi joroba.

El 30 de febrero de hace algunos años, me dijeron que mi madre estaba por morirse y me mando llamar, pero cuando llegue era muy tarde y doña Chona me entrego una carta que decía, “eres una mal agradecida, te dí todo y te fuiste con el cojo, espero tu suerte sea peor que la mía y que Dios te bendiga”, conociendo a mi madre, fueron las mejores palabras que me pudo haber dejado, no obstante, hubiera deseado tenerla en vida para decirle “gracias”, es mi madre y no puedo reprocharle nada.

Regrese a la vecindad, tome mi vestido azul de flores y me fui a la capital, donde actualmente vivo, trabajo en una casa haciendo la limpieza, de Octavio, solo supe que se calló de la barranca, allá en mi pueblo.

Hoy solo tengo un temor, de que mi madre me regañe, por hacer tanta barbaridad, como decía ella, solo espero no irme al infierno por decir cosas en contra de ella, pero Dios sabe, que todo tiene justificación.

Solo por eso tendré que confesarme, para que descanse en paz y borre mis pecados de mi mente pues aún no olvido todo aquello que no me dejo ser libre y aunque es crudo y fantasioso pero es mi triste realidad.