El escritor inglés Thomas de Quincey poseía una sabiduría vasta y excéntrica, fruto del intenso estudio y de la soledad, y su vida fue un ejemplo de entrega total al cultivo del intelecto y de la aplicación del ingenio y del humor a las materias más complejas y profundas.
“Todo en este mundo tiene dos caras. El asesinato, por ejemplo, puede verse por su lado moral ó puede verse desde el punto de vista estético”, es lo que nos cuenta Thomas De Quincey en su libro "Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes”.
Al principio, lo confieso, un libro el cual no tenía relevancia para mi, incluso aburrido pues era un poco claro para mi, tal vez por mi falta de lectura o por que solo fue un encargo más, pero el nombre me llamo mucho la atención y fue solo por eso que continuaba leyendo a ciegas.
Un libro en el cual jamás encontraré un comentario que este fuera de la cruda realidad y convencida de que ésta supera con mucho a la imaginación más delirante. De hecho, la abundancia de material verídico suele molestarnos a muchos, obligándonos a pasar por lo alto fechorías muy bien planteadas y realizadas, que bien merecerían un comentario.
Con intención satírica, De Quincey plantea un estímulo para la reflexión que nosotros tomaremos muy en serio: el placer estético que provoca un hecho tan moralmente reprobable como el asesinato.
¿Cómo puede escribir una persona un artículo tan detallado de un asesinato o de un asesino, sin serlo, o sin haberlo cometido?
No puede ser que la imaginación rompa las barreras de la realidad, y te transporte más halla. Ja, pero que se puede esperar de un comedor de opio, pues básicamente podría decir que esa era su realidad y que mi realidad estaría muy lejos de la suya.
También admito que al leer, hay algunos textos incomprensibles, para los aún iletrados se nos dificulta comprender las paradojas filosófica que nos muestra este autor, no obstante es muy envolvente en sus letras ya que es como una descripción escalofriante de los más celebres crímenes que se hayan cometido.
Pero dejemos al aire las reseñas, pues sería mejor que cada persona tomase su propia opinión de dichos artículos que dejan a su paso una escalofriante, cruda y filosófica realidad.
