Messenger,
la sonda espacial que gira alrededor de la orbita de Mercurio ha revelado
detalles hasta ahora desconocidos de ese fascinante mundo, en donde se incluye
su origen y su historia geológica.
Después
de casi tres meses girando alrededor de la orbita de Mercurio, Messenger ha
suministrado miles de imágenes, en donde se muestran a detalle cráteres y
muchas otras estructuras las cuales se pueden apreciar con claridad.
La
sonda también ha hecho mediciones extensas de la composición química y la
topografía de la superficie de Mercurio, así como observaciones globales del
campo magnético del planeta. Los datos obtenidos en estas observaciones
confirman ahora que en la magnetosfera de Mercurio circulan de modo constante
violentas ráfagas de partículas con altos niveles de energía, como resultado de
la interacción entre el campo magnético de Mercurio y el viento solar.
Los
cráteres que se aprecian en el planeta cercano al Sol despertaron gran interés
en la comunidad científica, pues gracias a esas imágenes se detectó que las
marcas son conjuntos de pozos irregulares, sin bordes bien definidos, y que
varían en diámetro desde decenas de metros a unos pocos kilómetros. Esos pozos
están rodeados a menudo por halos difusos o por material más reflectante.
Esos
pozos son del todo distintos a cualquier cosa vista antes en Mercurio o en la
Luna (muy parecida en algunos aspectos a ese planeta), tal como subraya Brett
Denevi del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, y
uno de los especialistas en imágenes del equipo científico de la sonda
Messenger.
El
origen de esos enigmáticos pozos no está claro, aunque algunos científicos
creen que pueden ser relativamente jóvenes, lo cual sugeriría la existencia en
la corteza de Mercurio de un componente volátil más abundante de lo creído.