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lunes, 29 de noviembre de 2010

El instinto de comer

Las personas han evolucionado y con ello el instinto de comer cada vez mas, preparándose para tiempos difíciles. Es un impulso para sobrevivir, como los animales del bosque que almacenan comida para el invierno; a ello se suma un impulso de competencia por ganarle la comida al otro.

Nuestro cerebro con ello nos recompensa por ello, al liberar químicos de placer en la misma forma que pasa con algún tipo de droga y el alcohol, Los científicos que estudian ese buen sentimiento después de comer lo llaman analgesia de ingestión, literalmente: alivio del dolor por comer.

“Hay circuitos que se estimulan para hacernos disfrutar por comer”, dice Roger Cone, profesor y presidente de psicología molecular y biofísica en la Universidad Vanderbilt. “Si no comemos, no sobrevivimos”.

Durante la mayor parte de la historia humana los animales no habíamos tenido exceso de calorías, sin embargo en la antigüedad se tenía que trabajar arduamente para sobrevivir y obtener alimentos, pero en la actualidad por la reducción de la actividad física nos hemos vuelto obesos.

Es fácil el acceso a la grasa, sal y azúcares dentro de nuestro desarrollo y el cuerpo te favorece muy bien al comerlos pues el cerebro se acostumbra a este tipo de cosas y libera opiáceos endógenos, que ayudan al control del dolor. Cuando las ratas consumen esas comidas en grandes cantidades, las lleva a hábitos de alimentación compulsivos que se parecen a la adicción a las drogas, halló un estudio.

Aunque comer tanto como es posible ayudó a la humanidad a sobrevivir a tiempos de vacas flacas, no es algo tan ventajoso ahora.

Sentirse satisfecho es agradable comparado con los dolores del hambre. La comida reemplaza ese vacío con una comodidad somnolienta y relajante, que algunos llaman “coma alimenticio”. Se establece en el cuerpo mientras las hormonas son liberadas y la sangre se desvía a la digestión.

“Empezamos sintiéndonos malhumorados, entonces comemos y nos sentimos bien”

El cuerpo tiene señales naturales para decirnos que dejemos de comer; es cuestión de si nosotros las atendemos.

Cuando la comida viaja a través del estómago, tiene que ser digerida para moverse al intestino delgado superior. Una vez que llega ahí, los intestinos liberan una hormona para decirle al cerebro que deje de comer, dijo Wenk, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad Estatal de Ohio.

Conforme aumenta el consumo de comida, el estómago se llena, los niveles de glucosa en la sangre cambian, y la hormona ghrelina, que estimula el apetito, se calma. El sentimiento de saciedad debe hacer terminar el consumo de comida.

Por ello es necesario comer sanamente y solo porciones pequeñas para acostumbrar al cerebro a mantener un buen balance.

Aquí hay algunos consejos prácticos:

-Come cuando te sientas un poco hambriento, pero no esperes a sentirte famélico, porque probablemente comerás de más.
-Deja de comer cuando estés plácidamente satisfecho.
-Trata este ejercicio: Evalúa en una escala entre 1 y 10 qué tan hambriento te sientes (con 1 siendo muy hambriento y 10 extremadamente lleno). Durante la comida, periódicamente haz una pausa para saber dónde estás en la escala, y detente cuando estés en 5.